Рет қаралды 876
Luego de saltar el cerco económico que le inpuso la corporación sionista en el país y en otros de la región por su declarada afinidad por la causa palestina, hecho que le provocó la cancelación de su reserva y la de toda su crew en distintos hoteles de la ciudad y hasta la amenaza con hacer prosperar un recurso de amparo que lo inhabilitara para tocar, finalmente Roger Waters hizo ayer su primer presentación de las dos que tiene previstas, ya totalmente agotadas.
Sería casi una obviedad decir que la absoluta mayoría del público se congregó ayer en River para escuchar los clásicos de Pink Floyd, esa titánica y disruptiva banda que surgió allá a mediados de los '60s al calor de la psicodelia británica. Y, si la hipótesis sobre la posibilidad de que el público de ayer se inclinara por los temas de Floyd más que por los de Waters funciona, habría que darles la razón. Porque, a diferencia de la carrera solista de Gilmour, su par compisitivo en el pasado y enemigo íntimo en el presente, la de Waters intenta muchas veces la mayoría sin conseguirlo emular los gloriosos ecos de "The Final Cut", su obra conceptual cumbre. De hecho, los temas que ayer interpretó pertenecientes a su etapa solista sirvieron, casi en todos los casos, como eslabones que enhebraban los clásicos, que por suerte fueron muchos, reapropiados por Roger al punto que su último trabajo es una reinterpretación íntegra (pero no tanto) de "The Dark Side..."
pero con la identidad inoxidable de siempre.
Desde lo visual, ni este ni las anteriores oportunidades en que Waters pisó suelo argentino defraudó; una descomunal pantalla que abarcaba todo lo largo del escenario le dio al show el volumen visual que Waters siempre cuida cuando sale de gira. Por su parte, el sonido, fue también amplio, nítido, consistente y contundente, una característica diferencial si acaso se quisiera hacer una comparación con sus presentaciones anteriores.
En definitiva, el show de ayer en River vino a actualizar la idea de que un artista no es sólo auqel que interpreta sus temas y se va a su casa, sino también, le guste a quien le guste, un formador de opinión y un sujeto capaz de dar su punto de vista ideológico y generar conciencia social frente a cualqier temática que se proponga abordar. En el caso de Waters, ése perfil de artista viene acompañado del combo sinigual por haber sido el bajista de una de las bandas más monumentales en la historia del rock. Seguime en TW @marianochoni